El destino unió a su dos amores, el amor del pasado, ya lejano y sin la pasión que corría por sus venas, ese deseo enfermizo que el corazón ansiaba. Y el amor del presente que de nuevo le devolvió a ese estado de felicidad plena.
Entre aquel escenario, pensó en el amor del futuro, quizás porque sabía lo perecedero del momento.
4 comentarios:
nena, que dos son muchos y tres una multitud.
Xd
un abrazo.
Lo bueno de las cosas es que son perecederas si no fuese así no les daríamos ningún valor.
Oh, perdona, estaría pensando en los Reyes Magos, es que al entrar en tú blog, yo también quise pedir.
Fantastica reflexion si señor...
Le habrá quedado tiempo para disfrutar del presente?
Estercita
Publicar un comentario