sábado, 12 de abril de 2014

Culpa



La niebla tiño de blanco la carretera, las hojas caían cuan gotas de lluvia. Dentro, en el coche, sólo podía escuchar la música que salía compulsivamente por los altavoces, y de pronto, al fondo, una mancha roja cubría la carretera, un frenazo brusco rompió de imprevisto el cristal delantero y un cuerpo entró en el habitáculo, un golpe seco en el asiento del acompañante nublo la vista de él, y pudo sentir la sangre sobre su brazo caliente aún.

Ya no conduce, vaga entre las callejuelas contando que no fue él que fue la niebla.

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