martes, 7 de abril de 2009

Aunque tiemble la tierra, yo no salgo.

Ella, estaba sola como todas las personas de su edad. Tenía arrugas, como casi todas las mujeres de su tiempo. Llevaba la ropa negra, de luto de su marido difunto de hacía 10 años, como todas las mujeres de su pueblo.
Pero aquella madrugada algo le despertó, un sonido ronco y lejano que retumbo la casa y un fuerte movimiento en su cama ya fría desde tiempos perdidos en su memoria.
Se incorpora y enciende la luz y rápidamente busca a la virgen, colocada encima de su cabecero desde que se la diera su madre, que en gloria este, antes de la boda, para que le protegiera de los infortunios de vida. Ve como ha perdido su centro y esta desplazada hacia la izquierda, y ahora comprende que aquello no era una pesadilla, rápidamente mira a su alrededor y ve la habitación en el caos mas absoluto.
- Virgencita, virgencita..., ¿qué está pasando?. Virgencita, protégeme, mamacita ¿dónde esta?.
El silencio es roto por una voz lejana que pregunta si hay alguien, si alguien esta vivo, y ella se acerca a jofaina, que su difunto marido le compro después de la boda, para lavarse la cara y las manos por la mañana antes de irse al trabajar. Busca el espejo que yace roto en el suelo.
- Siete años de mal agüero, mamacita protégeme.
La voz se acerca hasta que ella, con un grito dice:
- Aquí, aquí- mira al cielo y piensa que su madre ha respondido a su súplica.
Una mujer entra, aparta los cuatro muebles derrumbados en el suelo, y se acerca a ella. Le da su mano para salir, pero la anciana templorosa busca su peine para poder recogerse su melena blanca y su vestido negro de luto riguroso.
- No señora, - discrepa la muchacha - tenemos que salir ahora, ha habido un terremoto muy grande y no sabemos si volverá a dar otro, estamos en un verdadero desastre.
- Espera chiquilla, no puedo salir así con estos pelos, y en camisón, ¡que vergüenza¡.
Y aquella anciana de aspecto frágil y temerosa, recoge su pelo y busca su ropa, y sale de la casa dejando atrás su pertenencias, y las de su difunto marido, que en gloria esté.

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